Wednesday, November 01, 2006

Salmo 37

Esta oración sirve :

* Contra los males perecederos. Se debe decir 1 vez al día durante 7 días.
* Cuando se está atormentado por un espíritu maligno. Se debe decir 7 veces seguidas.

SALMO 37

Señor, no me envuelvas en tu furia;
y no me castigues en tu cólera.

Pues tus flechas se han hundido en mis carnes;

y tu mano pesa sobre mí.

Frente a tu cólera, en mis carnes no queda ya ninguna parte sana;
a la vista de mis pecados, ya no hay mas paz para mis huesos.

Porque mis culpas se han elevado por encima de mi cabeza y,
como una pesada carga, caen sobre mí con todo su peso.

Mis llagas se han putrificado y corrompido a la vista de mi locura.

Me he tornado miserable, y me he arrastrado hasta lo más bajo;
ando todo el día abrumado por la tristeza.

Porque mis riñones se han llenado de lesiones;
y ya no hay en mis carnes ninguna parte sana.

Estoy exhausto y me he rebajado hasta la última humillación;
los gemidos de mi corazón se transforman en rugidos.

Señor, ante ti están todos mis deseos;
y no puedo ocultarte ni mi más pequeño gemido.

Mi corazón está trastornado, toda mi fuerza me ha abandonado
y nisiquiera la luz de mis ojos está ya conmigo.

Mis amigos y allegados se han acercado
y se alzan contra mí.

Y los que me eran más queridos,
se apartaron lejos de mí.

Y los que deseaban mi muerte,
me trataron con violencia.

Y los que deseaban mi desgracia,
pronunciaron palabras engañosas,
y durante todo el día estuvieron concertando nuevos ardides.

Pero yo, como un sordo, no oía nada;
era como un mudo que no abre la boca.

Y me he vuelto como un hombre que ya no oye nada más
y que no halla en sus labios ninguna réplica.

Pero, dado que en ti, Señor, he depositado mi confianza,
tú serás quien me liberes, Señor, mi Dios.

Porque yo te dije: que mis enemigos no se burlen jamás de mí.

Pero, en cuanto vieron mis pies tambalearse,
lanzaron sobre mí sus mayores injurias.

Sin embargo, yo estoy dispuesto a sufrirlo todo
y mi arrepentimiento está siempre ante mis ojos.

Por ello, denunciaré mis culpas por doquier
y pensaré continuamente en mi pecado.

A pesar de todo, mis enemigos están repletos de vida
y se han hecho fuertes contra mí;

y aquellos que me odian injustamente se han multiplicado.

Los que devuelven mal por bien me desgarran
porque quiero seguir el camino del bien.

No me abandones, Señor Dios mío;
no te apartes de mí.

Acude en mi ayuda, Señor, Dios de mi salvación.